Si alguien le pone a un sueño hecho realidad el nombre de su perro, ni esta persona ni su sueño pueden ser «normales». Cuando visites Bicicletas Clásicas Leo no preguntes por Leo como hemos hecho todos, porque desafortunadamente ya no está con ellos, pero sí que verás a menudo su imagen y con ello su recuerdo perdurará para siempre.
Sí que encontrarás a Ana y Daniel, los soñadores… que eran -o son todavía mejor dicho- arquitecta y dentista de profesión, pero un buen día decidieron dedicar todas sus energías a hacer realidad su sueño, que no era otro que ganarse la vida restaurando bicicletas antiguas. Y uniendo una formación profesional tan relacionada con la precisión con una ilusión e imaginación desbordantes, el resultado no podía ser otro que sueños con pedales.
Entrar en su taller, es como hacerlo en la Cueva de Ali Baba. Reconozco que acabé con dolor de cabeza porque no paras de ver tesoros y no sabes en cuál concentrar la vista; pasaba de una pieza a otra todavía más exclusiva, de un detalle a otro aun más impactante… intentando asimilar tanta y tan buena información, me quedé con la sensación de que habría necesitado quedarme a dormir allí, entre tanto «hierro» de apellido ilustre para hacerme una idea completa de lo que tienen (de hecho se lo propuse pero no me dejaron… jajaja). Hay máquinas de hace más de un siglo y otras de unas pocas décadas… hay algunas que están impecables y otras que acabarán, tras innumerables horas de trabajo y mucho esfuerzo, igual (si no mejor) que cuando salieron de fábrica.
Daniel es el encargado de la mecánica, Ana, la especialista en cuero (sillines, puños, bolsas…) y de la pintura se encarga un viejo amigo nuestro, Carmelo, bien conocido por su blog Torres de Asfalto y por ser uno de los miembros del equipo que organiza el GP Canal de Castilla.
Hablando con ellos, las risas sazonan la conversación y el entusiasmo es contagioso… consiguen transmitirte su ilusión… te hacen soñar… Bicicletas Clásicas Leo no es una tienda… o digamos que no es una tienda al uso… su intención establecer una íntima relación con los clientes. Para visitarles tienes que concertar una cita, pero no os apuréis, que os atenderán encantados y os harán pasar un muy buen rato.
Saldréis con alguna pieza que llevabais tiempo buscando y no habíais podido localizar, y con la cabeza llena de imágenes, de sueños… Detrás hay un gran esfuerzo y trabajo de recopilación de herramientas de época, de búsqueda de repuestos originales en buen estado, de estudio de catálogos, de recuperación de ciertas habilidades y usos artesanos. Lo mejor es que le echéis un vistazo a las fotografías que el fotógrafo David Díez hizo el día de nuestra visita. El material que atesoran y el nivel de sus trabajos os harán pensar que lo retratado es una cueva llena de tesoros, y eso es lo que es.
Muchas gracias, Ana y Dani, por abrirnos las puertas de vuestra «cueva».
Fotografías: David Díez
Texto: Manu Iron – La Biciteca